BEBÉS EN LA BASURA
29 de Enero del 2024 a las 12:11 Escrito por Jaime Aguilera
Publicado en Tribuna de Sur el 28/01/24
Málaga, octubre de 2023, abandonado entre unos matorrales, rodeado de hormigas y todavía con el cordón umbilical colgando: así encontraron dos agentes de la policía nacional a un recién nacido tras un providencial aviso de los vecinos que salvó su vida.
En Sevilla, el pasado mes de diciembre, una bebé es rescatada por tres personas que pasaban por la calle, que la protegen del frío con una manta y que llaman a unos servicios de emergencia que la trasladan al hospital, donde está ingresada diez días tras llegar aún con el cordón umbilical colgando y con un peso de solo 2,1 kilos.
En un pueblo de Girona, el pasado 2 de enero, a las 6 y 26 de la madrugada, un barrendero municipal encuentra el cuerpo sin vida de un bebé. Una vez detenida la madre biológica, esta asegura que el pequeño nació sin vida, y que se quedó embarazada tras una violación.
Está claro que son muchos los casos, porque, ojo, no son sólo los que salen en prensa, donde a veces, como hemos visto, se llega tiempo y se salva a vida: esto es solo la punta del iceberg mediático, porque son muchos más los casos donde nunca llegaremos a conocer de la existencia de un bebé que fue “asesinado” -porque no cabe otra palabra- en el más atroz de los anonimatos.
En mi experiencia profesional, en varias ocasiones recogí por escrito la renuncia de una madre a un hijo recién nacido, pero añadiendo además su deseo de aparecer en la inscripción literal de nacimiento del menor como “madre desconocida”. Este anonimato materno favorecía la difícil decisión de la madre y agilizaba su posterior proceso de adopción. Sin embargo, nuestro Tribunal Supremo, arguyendo el interés superior del menor a no perder la identidad de su madre biológica, anuló esta opción reglamentaria del registro civil, con lo que, indirectamente se favorecía el que la madre lo abandonara en el primer sitio que encontrara con tal de permanecer en el anonimato.
En el siglo XII, alarmado por la cantidad de cadáveres de recién nacidos varados en el río Tíber, el Papa Inocencio III fomentó los antiguos pesebres giratorios o ruedas de expósito que a partir de entonces hubo en los muros de los orfanatos dirigidos por monjas, y estas ruedas fueron una solución hasta que dejaron de existir los conventos.
En definitiva, no tenemos la opción de la “madre desconocida” registral y no tenemos ruedas de expósito de conventos; pero seguimos teniendo los mismos cadáveres que alarmaron al Papa Inocencio III; es necesario por tanto instalar las ruedas de expósito del siglo XXI: refugios seguros que funcionan como incubadoras que permiten que la madre deje a su bebé allí, con total discreción y anonimato, y justo después un sensor avise al centro hospitalario más cercano, que lo cuidará hasta que pase a una familia adoptiva.
Ya se han instalado en Pakistán, Malasia, Alemania, Suiza, Bélgica, Polonia, Hungría, Holanda y en algunos países de Asia, en inglés son conocidas como “Baby Box” -caja de bebé-; prefiero el nombre dado por Italia, país donde son abandonados unos 400 bebés al año, y donde son conocidas como “culle per la vita” -cunas por la vida-. Según un informe National Safe Haven Alliance, de 1999 a 2021, se entregaron al menos 4505 bebés amparándose en las llamadas leyes de refugio seguro. ¿Hacen falta más argumentos?
Los detractores de esta medida argumentan que favorece eludir la renuncia establecida legamente, y estoy de acuerdo: lo ideal es que una madre no tenga que renunciar a su hijo, y sin embargo hay madres -y nunca se las debe culpabilizar porque también ellas son víctimas- que renuncian legalmente, y seguirán existiendo; e igualmente seguirán existiendo casos donde ha habido un parto extrahospitalario y la madre quiere renunciar a su hijo con total anonimato: en ese caso me parece que estamos todos de acuerdo en que es preferible una “cuna por la vida” a un contenedor de basura. Se argumenta también que este sistema facilita la sustracción de bebés sin el consentimiento de los padres: no es cierto, si a unos padres “le roban” a su bebé entiendo que lo denunciarán inmediatamente, y si su bebé ha sido maliciosamente colocado en una “cuna por la vida” se podrá detectar en el tiempo legal de espera que establece la ley, donde hay tiempo de sobra de cotejar el adn de madre e hijo, y asunto zanjado.
Por tanto, es el momento de que nos planteemos seriamente este sistema que, insisto, ya existe en otros países y ya ha salvado muchas vidas. De ese modo el título inicial de “bebés en la basura” se podría cambiar por el de “cunas por la vida”.
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