ELOGIO Y AUTOCRÍTICA DEL “FUNCIONARIO”

2 de Febrero del 2013 a las 11:30 Escrito por Jaime Aguilera

Publicado en prensa escrita en DIARIO SUR  de 1/2/2013

Elogio. Cuando el “funcionario” de Larra nos invitaba a que volviéramos mañana se respiraba un cierto aire de inercia y resignación. Ahora, con la famosa “crisis”, el fuego se ha avivado y el “funcionario” ha pasado a ser el chivo expiatorio que debe ser recortado en todos sus “privilegios”, para regocijo de patricios y plebeyos. El único recorte que queda pendiente es el que se hace a tijera con forma de estrella amarilla para que lleve en su vestido, uniforme, bata o chaqueta: un sambenito que los identifique cuando vayan por la calle.

No hace falta que les diga que muchos de ellos, los más, se juegan la vida por cuatro perras que en euros no llegan ni a cuatro.

No hace falta que les diga que muchos de ellos, los más, terminaron sus estudios de bachillerato, de formación profesional o universitarios y, a continuación, renunciando a cantos de sirena en tiempos de vacas gordas, se sentaron a preparar unas oposiciones. Y consiguieron su plaza. Y tuvieron que tomar posesión en el destino a veces muy lejano que les había tocado. Y después de llevar tiempo ganando el mismo sueldo había muchos colegas que se mofaban de ellos por no unirse al carro de las vacas gordas, por seguir instalados en una mediocridad gris que nunca les sacaría de pobres, y que encima no les permitía hacer jugadas con el dinero negro porque su nómina es de un blanco fiscal inmaculado.

No hace falta que les diga que muchos de ellos, los más, dedican la mayoría de horas no del día sino de su toda su vida a darlo todo por nuestros hijos: por su nacimiento, por su inscripción en el registro civil, por su educación con una beca, por su tarjeta joven, por su seguridad, por su trabajo o por su subsidio de desempleo, por su jubilación –si es que la tiene-, por su entierro digno o por su certificado de defunción.

No hace falta que les diga que esos “funcionarios” existen, y son los más. No hace falta que se lo diga porque ustedes lo saben: saben que existen y saben además quiénes son.

Muchos de ellos, incluso, luchan para que la burocracia tenga los mínimos vicios del “buro” y de la “cracia”. Para que el “buro” pase de “ventanillas” a “windows”; para que la “cracia” pase de “autorización previa” a “declaración jurada”.

Y lo único que tienen en común todos ellos es su vocación de servicio público. Saben que les pagan para beneficio de todos y no de ellos mismos. Trabajan en aquello que en algún momento de su vida han deseado, quizás porque tenía razón Tolstoi cuando dijo que lo más parecido a ser feliz no es hacer lo que se quiere sino querer lo que se hace.

Autocrítica. Pero con la vocación y con la felicidad pasa como con el valor en la mili, que se supone, aunque siempre no exista. De ahí que también hay que reconocer que en todos sitios cuecen habas, y que también hay ovejas negras que, por desgracia para ellos, carecen no ya de un mínimo de vocación de servicio público sino del más elemental sentido de la responsabilidad. Y lo más triste, “funcionarios” que si tienen ese sentido de la responsabilidad pero se encuentran totalmente desmotivados.

Para unos y para otros, para los que tienen vocación y para los caraduras, para los motivados y para los desilusionados. Para todos sería necesario hacer un ejercicio de autocrítica y poner sobre la mesa medidas que premien a los buenos, que son los más, y que castiguen a los malos, que son los menos; medidas que pongan en valor el esfuerzo y la dedicación para con la “res publica”, y que castiguen sin titubeos la ineficiencia en una organización que es pagada por los contribuyentes a los que hay que servir.

A vuela pluma propongo algunas: más flexibilidad en las plantillas para que se adapten a las necesidades del momento y no sean refugio y coartada de los que no quieren trabajar; mayor concreción de complementos de productividad y de régimen de jornada y horarios ligados todos ellos a objetivos y no únicamente a una presencia poco menos que inanimada; a un reloj que te dice cuando has entrado y cuando has salido, pero no lo que has hecho durante. Y más remociones de puesto que hagan que las competencias las ejerzan quienes de verdad son competentes.

No invento la pólvora, directivos y sindicatos conocen el paño: sólo hace falta voluntad decidida para romper inercias.

Porque la mayoría de los “funcionarios”, como diría el anuncio, se lo merecen. Se merecen el elogio sincero a su abnegada labor, y se merecen también la necesaria autocrítica del sistema, precisamente para que el elogio anterior no se quede sólo en una palabra.

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FIESOLE

13 de Julio del 2012 a las 14:13 Escrito por Jaime Aguilera

FIESOLE 

Comienzo el paseo en el Hotel Villa San Michele: un alojamiento de lujo sobre lo que era antiguo convento del siglo XV y cuya fachada se atribuye a Miguel Angel. Entiendo porque Patricia Schultz lo incluye en la lista de sus mil sitios que ver antes que morir: esta lista es una estupidez, porque cada uno, no Patricia, debe elegir los mil sitios que ver antes de que muera. Ahora bien, en este caso en particular, coincido con la autora del  best-seller.

 

En las terrazas y en los jardines del hotel hay turistas, y supongo que algún viajero, pero en cuanto que me adentro en el bosque de Montececeri ya estoy solo. Voy ascendiendo entre cipreses, olivos, pinos, robles y olmos. Llego hasta un cueva que se hizo para extraer mármol, o por lo menos es algo que se le parece.

 

Avanzo en la subida y llego por fin hasta el un mirador, Florencia a mis pies y todo el valle del Arno. Incluso desde aquí se ve la Villa Schifanoia, donde llevo escribiendo más de un mes. Donde ahora mismo están mi mujer y mis hijos.

 

 Salgo del monte convertido en parque boscoso y escarpado por la Via degli Scapellini. A mi izquierda no me abandona nunca la vista del valle, con la cúpula de Brunelleschi en el centro. Desde la madre, Fiesole, veo a la hija, Firenze.

 

Y sigo caminando hasta la Via Verdi. Hasta la casa donde en 1910 el famoso arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright se escapó, se exilió con su amante Mamah. Es una  diminuta villa que sobre todo es un balcón a la Tocana. Así cuenta el propio arquitecto sus días en Fiésole:

 

“Paseábamos juntos, a lo largo de la calle que va hacia Firenze, todo el trayecto circundado por la luz del día, el panorama y las rosas. Recorríamos la misma antigua calle de noche, observando las sombras en el bosque iluminado por la luna… Emprendimos innumerables peregrinajes, para regresar a la puerta verde encajada en el muro blanqueado a la cal de la calle Verdi. Entrábamos, después de haber cerrado la puerta medieval sobre el mundo externo y encontrábamos el fuego de la chimenea encendido y la comida preparada, una oca, el vino dulce, la crema caramelo… Fueron largas excursiones para sentir esas dulces colinas, cada vez más altas, desde donde se veía el valle hacia Vallombrosa… Cansados, dormíamos en la pequeña cabaña de la altura y después regresábamos, largos kilómetros debajo del sol ardiente, en el polvo, por la antigua vía serpenteante; un antiguo sendero italiano. Tan plenamente romana.”

 

Y es que me doy cuenta que mientras cuatro viajeros románticos eran los que viajaban por Andalucía. Por la toscana ya son cientos, sobre todo ingleses y americanos los que viajan por estas colinas desde el siglo XVIII –en lo que llamaban el Grand Tour-. Es más ha sido un fenómeno reciente que los ingleses se vayan a vivir a un pueblo de Andalucía. Pero muchos de ellos ya se instalaron aquí en el XIX. Muchos de ellos –me comenta Giovanni cuando cenamos en su Villa Poggio Secco- fueron los que plantaron más cipreses en las colinas, porque lo consideraban el símbolo de la Toscana.

 

Llegó hasta la plaza de Fiésole, en la edicola puedo comprar El País de hoy. Desde allí tengo que bajar un buen trecho hasta donde he dejado la Panda. Llego ya algo cansado. Vuelvo a subir, ahora ya conduciendo, hasta un surtidor de gasolina que hay al lado de la plaza.

 Desde allí voy hasta la plaza que hay en lo alto –otro mirador- y hasta el convento de San Francisco del siglo XIV. Aquí todo tiene varios siglos. El otro día nos perdimos hasta un castillo que no está en ninguna guía, estábamos solos, en un paraje perdido al lado del Arno. En el castello de Gualchiere del siglo XII –ya ha llovido un poco desde entonces- vivía alguien que había puesto su ropa a tender en una ventana.

Pero vuelvo al convento de San Francisco. Me impresiona el claustro, pero sobre todo  las celdas diminutas que se conservan intactas después de tantos siglos. Son diminutas, con catres que parecen para enanos, con mesillas antiquísimas, con una pluma y papel.

Cama, mesa, pluma, papel y ventanuco que mira al valle. No se necesita más. Cuando consigo la traducción de las palabras de Albert Camus (Carnets, 1937), me alegra ver que no soy el único que lo ha pensado:“En el claustro de San Francisco, en Fiésole, un pequeño patio bordeado de arcadas, rebosante de flores rojas, de sol y de abejas amarillas y negras. En un rincón una regadera verde. Por todas partes moscas que zumban. Abrasado de calor, el pequeño jardín humea suavemente. Estoy sentado en el suelo y pienso en los franciscanos, cuyas celdas acabo de ver y cuyas inspiraciones veo también y siento efectivamente que, si ellos tienen razón, es conmigo con quien tienen razón. Tras el muro en que me apoyo, yo sé que está la colina que desciende hacia la ciudad y esa ofrenda de toda Florencia con sus cipreses, Pero este esplendor del mundo es como la justificación de estos hombres. (…) Hoy me siento liberado en relación con mi pasado y lo que he perdido. No quiero más que este recogimiento y este espacio cerrado – este lucido y paciente fervor. Y como el pan caliente que se amasa y se moldea, solo quiero tener mi vida entre las manos, semejante a estos hombres que han sabido encerrar su vida entre flores y columnas. Incluso como en esas largas noches de tren donde uno puede hablar consigo mismo y prepararse a vivir, uno solo frente a sí mismo, y esa admirable paciencia para rumiar ideas, detenerlas en su huida y después seguir avanzando. Chupar la vida como un caramelo, formarla, aguzarla. En fin, amarla, buscarla, como se busca la palabra, la imagen, la frase definitiva, aquella con que se concluye, con que se termina, aquella con la que partiremos y formará desde ese momento todo el color de nuestra mirada. Puedo, en efecto, detenerme aquí; encontrar la manera de ponerle fin a un año de vida desenfrenada y agotadora Mi esfuerzo quiere llevar hasta el final esta presencia de mi mismo en mí mismo: mantenerla ante todos los aspectos de mi vida – incluso al precio de la soledad, que ahora lo sé, es tan difícil de soportar. No ceder: eso es todo. No consentir, no traicionar. Cada vez que uno (que yo) cede a sus vanidades, cada vez que se piensa y se vive para “aparentar”, uno se traiciona.” 

Miguel Angel, Lloyd Wright, Camus. El arte, la huida, la sencillez, la verdad.

Volveré a estas celdas con mi familia.

No se si volveré a escribir tantas líneas si letra más auténtica de nuestro castellano, la que no puedo escribir porque no la tiene este teclado italiano. 

 

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EL MIEDO AL VOTO TELEMÁTICO

19 de Junio del 2012 a las 14:31 Escrito por Jaime Aguilera

NOTA PREVIA:

Antes de nada, disculpas. Diversas circunstancias me han hecho descuidar este blog: las elecciones autonómicas andaluzas, problemas con el servidor y la preparación de un viaje a Italia. Ahora, solventados los problemas, e instalado junto a mi familia en la Villa Schifanoia -adjunto link- con la intención de poder terminar mi segunda novela, me dispongo a colgar mi último artículo, publicado en SUR el pasado lunes 12 de junio.  Saludos y de nuevo disculpas.

 http://en.wikipedia.org/wiki/Villa_Schifanoia

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EL MIEDO AL VOTO TELEMÁTICO 

Cualquiera de nosotros ha dejado ya de enviar cartas postales: ha sustituido el sello de colección por la arroba del correo electrónico. Cualquiera de nosotros utiliza la firma digital o el DNI electrónico para trámites con las administraciones públicas, trámites donde algunas veces nos jugamos mucho: pensemos por ejemplo en una complicada declaración de la renta.Sin embargo, seguimos votando, seguimos ejercitando el derecho fundamental de sufragio activo más o menos de la misma forma como lo hacían nuestros abuelos, los mismos que de vez en cuando enviaban una carta con un bonito sello, o los mismos que pagaban sus impuestos en ventanilla y en metálico.Es cierto que las tecnologías de la información y comunicación han entrado ya en el escrutinio, con terminales que transmiten los datos y que permiten que cualquiera a través de internet lo pueda estar viendo simultáneamente; pero, insisto, el principal protagonista de esta historia, el votante, tiene que seguir desplazándose dos veces a una oficina postal para depositar su voto por correo; o una vez el día de la elecciones a su colegio electoral si quiere depositar la sacrosanta papeleta electoral.En julio de 2011 el Congreso aprobó por unanimidad la opción de  votar de forma telemática a los diputados ausentes por embarazo, permiso de maternidad o paternidad o enfermedad grave. O sea, desde el año pasado, los diputados ausentes pueden votar de forma telemática; pero los electores ausentes, los que eligen a esos diputados,  siguen sin poder hacerlo.Es casi irrisorio mencionar el experimento que se hizo en mesas contadas y con motivo de la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009: en esa ocasión se hicieron algunas modificaciones “telemáticas” en la forma de comprobar la presencia en el censo de la persona que desea votar y en la realización del recuento final de los votos, así como en la impresión de actas.. Pero seguía existiendo la sacrosanta papeleta.            ¿Por qué tanto miedo a que desaparezca la papeleta blanca, sepia o verde? Desde esta tribuna me atrevo a plantear un cambio en la administración electoral que simplemente la va a poner a la misma altura que algunas de sus hermanas, como pueden ser la administración tributaria o laboral.            No pretendo que, desde un primer momento, se pueda votar desde casa –aunque no cabe duda de que a medio y largo plazo terminaremos en eso-; pero si al menos posibilitar un sistema mixto donde se habilite un voto telemático con firma digital para el que lo solicite por estar fuera, por tener movilidad reducida o simplemente porque no se quiere desplazar al colegio electoral; y  un voto electrónico en colegios electorales con terminales habilitados para ello donde no va a haber papeletas y donde si es posible, junto a la identificación digital, la identificación convencional del votante.            No voy a negar que los cambios cuestan tiempo, dinero y esfuerzo en un ámbito donde la inercia campea a sus anchas. No voy a negar que los sistemas informáticos que soportan este cambio en la cultura democrática deben estar debidamente revisados –lo mismo que lo están los de Hacienda que ya nadie discute-. Lo que si niego es el argumento utilizado como coartada por algunos de que si desaparece la “papeleta” la coacción, la suplantación de personalidad y la venta de votos está servida: a los que dicen eso les respondo con el ejemplo –por desgracia, clásico- del padre dándole el sobre cerrado con la papeleta a su mujer y a sus hijos antes de salir de casa para ir a votar. Da igual el método que se use para votar, las prostituciones de la voluntad del votante siempre estarán unidas a la falta de madurez política y de libertad individual            Por el contrario, son muchas las ventajas de las que se beneficiaría nuestra sociedad democrática de apostar por el voto telemático. No es una quimera pensar que aumentaría la participación si cualquier ciudadano, con una conexión a internet y una firma digital: estuviera en la parte de su país o del extranjero donde estuviera podría ejercer el derecho al voto en igualdad de condiciones –y de paso nos ahorraríamos recursos como el reciente de Foro Asturias-. No es ninguna tontería pensar que aumentaría en paralelo la fiabilidad en un recuento que une directamente la decisión del votante y la central de datos. No es difícil llegar a la conclusión de que aumentaría también la posibilidad material de realizar el método del referéndum, consiguiendo así una democracia más real y participativa. Y, por último, no es ninguna cuestión baladí, pensar en cómo se reduciría en millones de euros y en millones de kilos de papel los gastos electorales.¿Hacen falta más razones para perder el miedo de una vez por todas a que las papeletas de las candidaturas pasen al museo romántico de la historia de nuestra democracia?

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EL SENADO, REFORMA IMPRESCINDIBLE

20 de Diciembre del 2011 a las 14:43 Escrito por Jaime Aguilera

http://www.diariosur.es/prensa/20111220/opinion/senado-reforma-imprescindible-20111220.html

Hace ya más de veinte años, recuerdo que una de las asignaturas con la que más disfruté al inicio de la carrera fue Derecho Político. Tanto que a final de curso hice un trabajo voluntario de más de ochenta páginas para subir nota –nota que, por cierto, injustamente no subió-. El trabajo se titulaba: El Senado, una reforma necesaria.

Más veinte años después, y más de treinta desde que se aprobó el texto constitucional, la reforma ya ha dejado de ser necesaria: ahora es imprescindible.

Y para ello me remito a las últimas elecciones generales, donde se calcula que más de dos millones de electores han mostrado de nuevo su desacuerdo con la configuración de la llamada Cámara Alta. Y lo han hecho de diversas formas: votando a una formación política en el Congreso pero votando en blanco al Senado, votando a una formación política en el Congreso y absteniéndose en la urna del Senado; o incluso emitiendo votos nulos al Senado insertando comentarios en la papeleta del tipo “¿Para qué sirve esta Cámara?” o “Senado, abolición ya”.

Y es que el pueblo, además de soberano, no es tonto. Porque está claro que la redacción del legislador constituyente en el artículo 69.1 de la Carta Magna, el que viene a proclamar que “el Senado es una Cámara de representación territorial”, se quedó en la práctica en una mera declaración de intenciones. Porque a nadie, o a casi nadie, se le escapa que hoy en día sólo una quinta parte de sus señorías es elegida “territorialmente” por las comunidades autónomas. Porque todos, o casi todos, sabemos que hoy en día la función real del Senado es actuar únicamente como cámara de segunda lectura, totalmente subordinada al Congreso de los Diputados salvo excepciones que confirman la regla.

No voy a entrar en el discurso recurrente, dados los tiempos que corren, de que lo mejor es que desaparezca y así nos ahorramos 55 millones de euros –tampoco voy a entrar en pasarlo a pesetas-; pero tampoco voy a dejar al Congreso tal y como está configurada hoy su elección.

En mi opinión, el modelo sigue siendo el mismo que hace muchos años ya proponían los teóricos del Derecho Constitucional: el Bundesrag alemán, donde los representantes son elegidos por los estados federales –lander- y con verdadero poder legislativo en leyes que afectan a esos estados que representan. En definitiva, un Senado que se nutra únicamente de representantes de las Comunidades Autónomas, de Ceuta y Melilla y quizás –habría que planteárselo- de cabildos, concejos insulares, diputaciones y ayuntamientos. Un Senado que tenga verdadero protagonismo en todas aquellas iniciativas legislativas que afecten a los intereses de las administraciones territoriales del Estado español. Quizás no es tiempo de proponer modelos alemanes, ahora que, como diría el maestro Alcántara, tenemos un mando en Madrid y otro “mando a distancia” en Berlín; pero es que resulta que este es el modelo que le daría un sentido al Senado, y que ya está inventado.

Ahora bien, para ello habría que reformar también el Congreso de los Diputados, que es hoy en día la verdadera cámara de representación territorial: con los grupos catalanes, vasco, gallego, canario… Y para ello habría que reformar la Constitución y la legislación electoral en el sentido de eliminar la provincia como circunscripción electoral, de tal forma que –como ya ocurre en las elecciones europeas- no haya diputados baratos en votos –los de Soria- o caros –los de Madrid-; sino sencillamente un reflejo proporcional de lo que está decidiendo una nación, no una provincia: porque, no nos engañemos más, los diputados hace tiempo que dejaron de representar a su provincia anteponiendo las siglas políticas a las que representan.

No pertenezco a ningún partido, por eso me atrevo a decir que mis ideas no van a ser del agrado de los dos partidos nacionales mayoritarios ni de los nacionalistas, porque posiblemente perderían escaños. Tampoco soy de Izquierda Unida, de UpyD, o del 15-M, aunque en este caso puedo tener círculos de intersección con ellos.

En conclusión, o quitamos el Senado o lo adaptamos a la realidad territorial del España, que exigiría también –insisto- cambios en el Congreso de los Diputados.

Decía el tango que veinte años no es nada: pero veinte años desde aquel trabajo ilusionante de un alumno de primero de carrera parece ya toda una eternidad senatorial.

 

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MÁLAGA-GASTEIZ

10 de Octubre del 2011 a las 12:37 Escrito por Jaime Aguilera

 

 http://www.diariosur.es/prensa/20111010/opinion/ciudades-20111010.html

Tenía ganas de comprobar in situ la ciudad española que las frías pero sintomáticas estadísticas califican como la que tiene mayor calidad de vida: Vitoria-Gasteiz. Los parámetros utilizados para llegar a esta conclusión son los indicadores de servicios públicos –sociales, educativos, sanitarios-; así como otros tan importante como las posibilidades de empleo o la oferta comercial y cultural. En todos ellos la capital vasca obtiene muy buena puntuación, pero hay uno en el que sobresale especialmente y que le hace merecedora de ser la capital verde europea de 2012: me refiero a la ratio de zonas verdes por habitante (21 metros cuadrados por habitantes frente a los 15 que recomienda la OMS o a los poco más de 6 que tiene Málaga).

La primera impresión al salir de la estación ferroviaria es decepcionante, las calles del ensanche vitoriano están más sucias que las de Málaga. Si los ciudadanos utilizan sus bolsillos como papeleras su presencia es prescindible, pero si hay todo tipo de envoltorios en las aceras de las calles el resultado es desalentador.

Afortunadamente la primera impresión se convierte en una excepción que confirma la regla: todos los contenedores de basura están soterrados, el color verde se convierte casi en una obsesión, con césped incluso entre los raíles del tranvía urbano. La mezcla entre la piedra antigua, el color verde ecológico y los neones modernos en el mobiliario urbano dotan a la ciudad de la imagen que se ha ganado de mezcla perfecta de tradición y de modernidad; pero, sobre todo, de ser una ciudad donde se puede vivir.

Ya es por la mañana, algunos padres y madres llevan a sus hijos al colegio en bicicleta, incluso me llama la atención que muchos pequeños van al cole en patinete. La tarde anterior muchos de ellos han participado en el festival internacional de juegos infantiles, porque en Vitoria casi todo el año tiene algún evento cultural de ámbito internacional, como el Azkena Rock Festival, que también acaba de empezar, y que llena las calles de ropas negras y tachuelas metálicas.

Cojo una bici de alquiler gratuito que me ofrece el Ayuntamiento, la de al lado la alquila alguien de origen magrebí que se ve que vive en la ciudad, y que no tiene dinero para comprarse una bici.

En Vitoria los carriles bici, que los hay y en abundancia, no son imprescindibles: sencillamente porque los miles de bicicletas que a todas horas hormiguean por la ciudad se cuelan por sus bulevares, por sus parques, por sus paseos, por sus calles peatonales. Es la propia fisonomía de la ciudad la que ha desplazado al coche.

Atravieso el Paseo de la Senda y el Parque del Prado. Llegó al final de la ciudad, a la iglesia románica de San Prudencio, y me adentro en uno de los parques del famoso cinturón verde de la ciudad: en el parque de Armentia, que no es otra cosa que un bosque maravilloso de quejigos y robles. Hace diez minutos estaba en el corazón de la ciudad y ahora estoy escuchando los sonidos del bosque en fuente Arana.

Hace poco decía Antonio Garrido en esta misma tribuna que el binomio cultura y turismo es determinante para el progreso y desarrollo de una ciudad. Pues bien si queremos un ciudad más culta, si queremos una ciudad más agradable para el turista que nos visita; si los malagueños de verdad queremos eso, debemos de plantearnos seriamente nuestros patrones de movilidad y de entorno urbano: o lo que es lo mismo, la manera en que vivimos y en que nos movemos.

En Vitoria hay árboles por todos lados, árboles centenarios que se plantaron hace mucho tiempo (la secuoya gigante junto al colegio de las ursulinas) y miles de árboles jóvenes (con la campaña “adopta un árbol y crece con él” los niños vitorianos plantan en primavera un plantón de árbol que han cuidado en sus casas desde diciembrese). Ellos, los vitorianos, se han dado cuenta de que una calle, hasta la más fea, se vuelve acogedora si es escoltada por una doble fila de plátanos de indias. Ellos, los vitorianos, que tienen muchas menos horas de sol que los malagueños, pueden disfrutar, como yo ahora mismo, de una mañana soleada con su luz tamizada por el verdor y el frescor que me ofrece la hilera de álamos que permanecen en posición de firmes delante de mis ojos.

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LA DEUDA

28 de Septiembre del 2011 a las 12:45 Escrito por Jaime Aguilera

El acudir al estreno de la película “La deuda” me sirvió para corroborar tres certezas o, mejor dicho, para tener en cuenta antes de sentarse en la butaca tres precauciones:

Primera. Hay que tened cuidado con las sinopsis y con las críticas. Os recomiendo que si queréis ir a verla –desde aquí la recomiendo- no leáis ninguna de ellas. Todas las que he leído –sin excepción- hacen mención a un giro del guión que no es necesario explicitar para saber de qué va la película, pero que sin embargo se empeñan en contarlo una y otra vez. Dicho de otro modo, si os enfrentáis a la película sin conocer este detalle, el desarrollo de la trama será más interesante.

Segunda. Desde mis tiempos arcanos y cinéfilos en los cines madrileños en versión original, muchas películas rozan el ridículo si son dobladas a un único idioma, el castellano, aun cuando los personajes transitan por varios escenarios con idiomas distintos en cada uno de ellos. Como la película me ha gustado, me gustaría volverla a ver en V.O.S: seguro que gana en belleza y credibilidad.

Tercera. Como siempre digo, para lo poco que te sirve haber visto mucho cine es para poder “verlas venir” y decidir con garantías de éxito el estreno que merece la pena. A pesar de esta criba inicial, el placer estriba precisamente en equivocarte por lo bajo. Mis expectativas con esta película no eran tantas: mi temor era enfrentarme con una “película de autor” de tiempo excesivamente lento, sin suspense… Todo lo contrario: el ritmo se acompasa perfectamente con una trama que mantiene la intriga en la dosis adecuada; los personajes –sobre todo sus miedos- son creíbles, auténticos, y a ello ayuda la puesta en escena, la fotografía, los planos, la música y el juego especular de los dos momentos históricos del guión.

En conclusión, hay dos parámetros ideales para medir si te ha gustado una película: que el culo no se ha movido de la butaca y que pocos días despúes no te importe volver a verla. “La deuda” supera estos dos exámenes infalibles.

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MIL Y UNA NOCHES EN BLANCO

8 de Julio del 2011 a las 19:47 Escrito por Jaime Aguilera

http://www.diariosur.es/prensa/20110708/opinion/noches-blanco-20110708.html

El pasado catorce de Mayo se celebró en Málaga una nueva edición de lo que ya es reconocible para muchos como gran evento cultural: me estoy refiriendo a la Noche en blanco. Esta iniciativa, que nació en París en el año 2002, se ha extendido rápidamente a otras ciudades europeas e incluso americanas como Lima o Toronto, pretendiendo dinamizar, como una alternativa fresca, concentrada y noctámbula, la oferta cultural de cada una de estas ciudades.

En la edición de este año en la capital de la Costa del Sol, han sido nada más y nada menos que 132 propuestas a cargo de 160 entidades públicas y privadas. Música, danza, arquitectura, cine, pintura, escultura, poesía…, todo tiene cabida en esta orgía cultural que acomete a nuestra ciudad con alevosía y nocturnidad. Desde la Fundación Cementerio Inglés de Málaga hacíamos por primera vez visitas guiadas nocturnas. La buena acogida a la propuesta fue tal que, una semana antes, en poco más de una hora, se agotaron todas las plazas disponibles que se reservaban a través de Facebook.

No cabe duda de que, tal y como apreciaba en esta misma Tribuna el director del Centro de Arte Contemporáneo de Málaga, la festividad de la Noche en blanco se ha convertido en un carro de moda al que se quiere subir gente de distinto pelaje, con el consiguiente riesgo de vanalización. Pero no hay que tener ningún miedo y ser demasiado dogmáticos: no olvidemos que el principal objetivo de esta iniciativa es conseguir que esa noche el mayor número de vecinos participen en una de las actividades programadas. Es más, el éxito de asistencia de público de todas las edades ha sido tan abrumador en Málaga que hace plantearse algunas cuestiones.

La primera de ellas es que la Noche en blanco hay tantos sitios interesantes donde poder acudir que se hace muy difícil la elección, tanto que si existe el Síndrome de Florencia -bautizado así después de que el escritor Stendhal sufriera vértigos, mareos, e incluso alucinaciones, al contemplar en esta ciudad tanta obra de arte reunida en su seno- también ha nacido el Síndrome de la Noche en blanco, que produce en la persona amante de la cultura un verdadero shock, estresante y frustrante al mismo tiempo, ante la imposibilidad de tener el don de la ubicuidad y poder así acudir a varios eventos a la misma hora. Gráficamente se podría decir que el enfermo en la Noche en blanco se queda en blanco al no ser capaz de decidirse.

Para evitar este tipo de trastornos psíquicos, y para que el corazón cultural de nuestra ciudad no tenga riesgo de infarto esa noche, y riesgo de languidecer a continuación en muchas otras noches del año, sería deseable que, en una ciudad como Málaga, donde existe un clima tan benigno, se desarrollaran muchas más iniciativas desde este tipo, a lo largo de todo el año, y tanto en espacios abiertos como cerrados.

Un buen ejemplo de hacia donde hay que dirigirse, del rumbo que debe tomar la jábega fenicia de la actividad cultural malagueña, lo tenemos gracias a la magnífica labor de la asociación cultural Zegrí, que en estos días hace un recorrido guiado, animado y nocturno por la Alcazaba malagueña. Es la ya quinta edición, y se aspira a mantenerla todos los fines de semana hasta otoño. Un dato: ya están agotadas todas las entradas para los fines de semana de julio.

Nosotros, en la Fundación Cementerio Inglés de Málaga, animados por la reciente decisión del Consejo de Gobierno de la Junta de Andalucía de iniciar oficialmente los trámites para la declaración de este lugar como Bien de Interés Cultural, y ante los muchos malagueños y visitantes que no pudieron visitarnos en la Noche en blanco, vamos a repetir la experiencia la noche el próximo 15 de julio.

Es una buena ocasión para que todos los malagueños y visitantes que aún no conocen estos dos espacios emblemáticos malagueños los visiten al abrigo de las noches apacibles de esta época del año.

Insisto y termino, no digo que existan en Málaga mil y una Noches en blanco, digo más bien que aspiremos a mil y una citas no precisamente en blanco en una gran noche dilatada en el tiempo, culta, apasionante, atractiva, mediterránea y festiva.

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Y LA TIERRA TEMBLÓ…

13 de Mayo del 2011 a las 11:20 Escrito por Jaime Aguilera

http://www.diariosur.es/prensa/20110513/opinion/tierra-temblo-20110513.html

La memoria de los hombres, a diferencia de la su madre Tierra, es frágil y fugaz. Por eso conviene, aunque sólo sea por unos minutos, recordar que los andaluces en general, y los malagueños en particular, vivimos en un tierra que sigue siendo Madre, pero que aquí a veces también es madrastra, más que cualquier otra parte de España. Andalucía es la región que más seísmos registra en España –seguida de Murcia, Galicia y la zona de los Pirineos– con más de un millar todos los años: eso sí, la mayoría imperceptibles para los hijos de este madre Tierra.

Lo único es que, de vez en cuando, el terremoto sí que se nota, como lo acaba de hacer en Lorca –Murcia-, donde ya se habla de diez muertos. Y esto viene ocurriendo últimamente cada cien años: o sea, nada para la memoria antigua de la madre Tierra; mucho tiempo, más de un siglo, para la liviana memoria de sus hijos. No hablo de Haití, de Chile, de Japón o de San Francisco. Hablo del sur de España, y de Málaga en particular:

“Los curas han salido a la calle y traen con ellos la Santa Eucaristía y van confesando a la gente por las calles porque se han destruido los templos. En San Francisco ha habido ruina total y se han muerto cuatro frailes, de San Juan se ha caído la torre y el interior está arruinado. Los Mártires han tenido que apuntalarla y no sé yo si tendrán que tirarla debajo de tanta ruina como le ha caído encima y creo que a todas las monjas las han tenido que llevar al Císter porque todos sus conventos están inservibles.”

Así contaba un testigo, y así se puede consultar todavía en nuestro Archivo Municipal, en un informe enviado al rey Carlos II, el conocido como “Terremoto de Málaga”, que tuvo lugar a las 7 y cuarto del 9 de octubre de 1680, con epicentro en la Sierra de Aguas, entre Álora y Carratraca, y con una intensidad de 9 en una escala de 10. Hubo más de 70 fallecidos y un posterior maremoto. La Catedral fue el único edificio que no sufrió daños.

Igualmente, apenas se puede leer, muy alto, tapado por el neón de una zapatería, y en la que entonces era la puerta de la ciudad que daba al mar, el siguiente azulejo en agradecimiento a la Virgen de los Remedios:

La mañana del 27 de noviembre de 1775 la ciudad de Málaga despertó con una gran tempestad réplica del terremoto de Lisboa. Ante una posible catástrofe, los devotos de Ntra. Sra. de los Remedios decidieron traer la imagen de la Virgen hasta este lugar, donde vuelto su divino semblante al mar, se calmaron las aguas.”

Y es que en la mañana del día de todos los Santos de 1755, sobre las 10 horas y 16 minutos de la mañana, tuvo lugar el llamado “Terremoto de Lisboa” que se caracterizó por su excesiva duración y virulencia, causando la muerte de entre sesenta mil y cien mil personas. Casi un mes después, y con una simple réplica, los malagueños acudieron a la Virgen de los Remedios, y no a Santa Bárbara, para que intercediera por ellos.

Por último, más de cien años después, cuando los malagueños celebraban el día de Navidad de 1884, tuvo lugar el llamado “Terremoto de Andalucía”, con epicentro en el pueblo granadino de Arenas del Rey, y con casi un millar de víctimas en nuestra región. Aquel día, uno de los dados del obelisco homenaje a Torrijos en la Plaza de la Merced se movió con el seísmo, y movido sigue hoy en día.

.La historia es el instrumento a través del cual la memoria de los hombres anota lo acontecido en la memoria de la Madre tierra. Es esta historia la que nos dice que no es ninguna tontería estar preparados, y cuanto más mejor. Es nuestra historia la que nos dice que debemos de dar estricto cumplimiento a normas como el Plan Especial de Emergencias ante el riesgo sísmico de Andalucía, que la Junta de Andalucía aprobó en enero de 2009, o como el nuevo Código Técnico de Edificación, que obliga a estructuras reforzadas en zonas sísmicas.

Como dije mi amigo el escritor Javier Sierra, turolense de nacimiento que se ha hecho malagueño de adopción, los que vivimos en Málaga debemos disfrutar más de nuestra magnífica ciudad día a día, minuto a minuto, y nos obsesionarnos tanto con un futuro por llegar, y que no sabemos qué nos deparará. El informe enviado a Carlos II que está en nuestro Archivo Municipal, el azulejo de la Virgen de los Remedios de Puerta del Mar y el dado movido del obelisco a Torrijos de la Plaza de la Merced nos dicen que, a pesar de nuestra vanidad, seguimos siendo humildes hijos malagueños de nuestra todopoderosa Madre Naturaleza.

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Internet: ¿Quinto o único poder?

21 de Marzo del 2011 a las 10:17 Escrito por Jaime Aguilera

http://www.diariosur.es/prensa/20110321/opinion/internet-quinto-unico-poder-20110321.html

Nuestro sistema político tiene dos pilares fundamentales: la división de poderes y el mandato representativo. Sin embargo, el descrédito en los que ostentan el poder político, la globalización y la hipercomunicación a través de las plataformas que ofrece internet han hecho que estas dos instituciones constitucionales estén entrando en una visible crisis.

Mucho han cambiado las cosas desde que el parlamentario anglosajón de la Carta Magna impusiera sus condiciones al rey con el fin de la Edad Media. Los manoseados tres poderes de Montesquieu (legislativo, ejecutivo y judicial), hijos de la Revolución Francesa, se han quedado cortos. Desde hace mucho tiempo se habla de un cuarto poder residenciado en los medios de comunicación –ya hablaba de él el anglo-irlandés Burke en el siglo XVIII-, y desde hace mucho menos tiempo de un quinto poder instrumentalizado a través de los grupos de opinión que se generan principalmente a través de las redes sociales de Internet (Facebook, Twitter son dos claros ejemplos de rabiosa actualidad).

En realidad, Internet, como extraordinario megáfono revolucionario, no es ya sólo un contrapoder, es la malla auténtica que une a cada uno de los poderes individuales de cada ciudadano o súbdito, y que conforma la que cada vez es más la soberanía popular real.

Da igual que no haya división de poderes, da igual que sólo haya un único poder autocrático: el pueblo, comunicado, unido y organizado a través de la red decide su futuro pese a quien le pese. Ahí están los ejemplos que algún día serán historia de Túnez o Egipto.

Da igual que lleve más de dos mil ejerciendo su poder teocrático. Tanto miedo le da la Iglesia Católica el poder de la red que expulsa a una monja de un convento de Toledo por usar Facebook. La información es el poder, y con ejemplos como el de esta monja se pierde el control secular de la información doctrinal.

Da igual que estemos hablando de un cuarto poder teóricamente independiente, pero sometido algunas veces a grandes grupos empresariales y políticos de la información. Hay está el caso de “Wikilleaks”, que no nace en ningún periódico sino en la red.

Da igual que sea una pequeña empresa o una multinacional, su negocio se puede venir abajo porque empiecen a florecer en la red de redes, como setas virtuales, clientes insatisfechos.

Da igual que estemos hablando del país cuna de la división de poderes y del mandato representativo. En el Reino Unido, el gobierno de Cameron acaba de rectificar su intención de privatizar los milenarios bosques ingleses después del rápido y frontal rechazo que ha surgido entre los avezados ciudadanos británicos, que han utilizado Internet como improvisada tribuna de una nueva y oficiosa Cámara de los Comunes.

Porque lo que también está en crisis, como ya se ha dicho al principio, es la propia idea básica del mandato representativo, aquel por el representante es elegido en función de un programa electoral, pero después la realidad hace se desvincule cada vez más de los representados con los que se comprometió. El ciudadano no le puede obligar a votar en un sentido o en otro –mandato imperativo- y la única venganza que puede tomar contra él es no volverlo a votar en las siguientes elecciones, pero se encuentra ya algunas veces con la desesperanza de que no confía en ningún otro representante. Y es aquí donde también entran en juego la red de redes, como válvula de escape de promesas incumplidas, e incluso como alternativa a la hora de manifestar opiniones. El ciudadano quiere decir, a través de la red, lo que piensa sobre cada tema y no delegar la decisión en otro. Dicho de otro modo más gráfico, quiere votar directamente sobre lo que se vaya debatiendo y no delegar el voto en nadie. No quiere ningún mandato, ni imperativo ni representativo, porque ya es posible, gracias a la red, opinar directamente.

En definitiva, si muchos súbditos entienden que su dictador nos le debe dirigir lo van a decir a través de la red; si muchos ciudadanos entienden que su parlamento nos los representa lo van a hacer patente a través de la red y, por lo tanto, también se pierde la legitimidad del ejecutivo que nace del parlamento y del poder judicial nombrado por el parlamento pero enrocado en el corporativismo.

Conclusión. Internet, sus wikis, sus plataformas y redes sociales no configuran el llamado quinto poder. Internet, sus wikis, sus plataformas y redes sociales se están erigiendo, poco a poco, byte a byte, en el nuevo ágora, en el nuevo y único receptáculo de la soberanía popular que está resquebrajando el status quo del resto de poderes. Y en este sentido hay muchos que no se dan o no se quieren dar cuenta de que, como bien dijo Alex de la Iglesia en su último discurso como presidente dimisionario de la Academia de Cine refiriéndose a Internet, estamos en un punto de no retorno.

 

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EL CEMENTERIO MALAGUEÑO DE INGLATERRA

31 de Enero del 2011 a las 11:50 Escrito por Jaime Aguilera

http://www.diariosur.es/prensa/20110131/opinion/cementerio-ingles-como-oportunidad-20110131.html

Como diría un cuento de Andersen, érase un vez un Cementerio Inglés de Málaga –el más antiguo de la península- que, en realidad, jugando bienintencionadamente con la magia de las palabras, era un pequeño cementerio, malagueño por su ubicación, pero de Inglaterra por propiedad y por gestión: con lo que casi podríamos hablar del cementerio malagueño de Inglaterra.

Pero desde hace poco tiempo, el Cementerio ha pasado a ser propiedad de una Fundación andaluza donde ingleses, americanos, alemanes, y también malagueños, deciden su futuro con mucha ilusión, pero con pocos o nulos recursos económicos. Eso quiere decir que desde hace poco tiempo Málaga tiene la oportunidad, junto a toda la comunidad internacional que vive en ella, y –es casi obvio decirlo- que también es Málaga, de proclamar a los cuatro vientos su “Cementerio Inglés” –porque siempre será inglés por definición- “de Málaga”, porque siempre ha estado en Málaga y ahora es un poquito más de todos los que viven en Málaga, de todos los que visitan Málaga, y de todos los que sienten Málaga.

Pero, por encima de todo, es al mismo tiempo “inglés” y “de Málaga” porque siempre ha representado lo que Málaga y sus gentes han sido en la historia y son, o deberían serlo, en el presente. Y me remito, como botón de muestra, al propio escudo de la ciudad. El lema de “La primera en el peligro de la libertad“, aunque en puridad fue concedido en 1843, con motivo de las luchas que provocaron la caída de Espartero, nos lleva irremediablemente al General Torrijos y, especialmente, a Robert Boyd, el irlandés que lo dio todo –incluida su vida- para su rómantica causa y que fue el primer “morador eterno” del Cementerio Inglés. El título de “muy Hospitalaria” se concedió en 1901 por la noble y abnegada conducta del pueblo malagueño con motivo del naufragio de la fragata de guerra alemana Gneisenau, cuyas víctimas fueron enterradas en el Cementerio Inglés. Y ya en 1922, en prueba del aprecio a la ciudad por la caritativa ayuda prestada a los soldados de guerras en el Norte de Africa, se concedió a Málaga el título de “muy Benéfica“, y aquí si hay un nombre propio ese es el de la familia Noble, tan vinculada al Cementerio Inglés.

Y ahora que surgen tantos debates identitarios, por encima de chovinismos y comparativas catetas, si hay algo que precisamente define a Málaga –ojo, desde hace más de dos mil años- es ser tierra de acogida: hogar, posada, hospital, y en este caso, última morada, de gentes de todo el mundo. Porque en el Cementerio Inglés están todos, los ciudadanos del mundo y los propios católicos que provocaron su nacimiento, los judíos y los musulmanes, los anglicanos y los luteranos, los masones y los misioneros, los naúfragos marineros y los pilotos de aviación, algún famoso poeta de la Generación del 27 y algún famoso hispanista, amantes de la botánica y de los gatos, suicidas y economistas, actrices tristemente olvidadas y escritores retirados, sepultureros y comerciantes, infantes y cónsules del Reino de Granada…, todos ellos están en el Cementerio Inglés y todos ellos son testimonio de una Málaga cosmopolita, portuaria, abierta, y -¿por qué no se puede decir?- universal.

Ahora que la estrategia de Málaga pasa, dentro de su petróleo particular, en potenciar el turismo cultural, creo que no hay nadie que lo dude: el Cementerio Inglés de Málaga es referencia obligada, como visita para todos los que buscan más cosas además del sol y playa y como espacio escénico cultural, como otro jardín histórico más de los que tiene y presume y como otro cementerio histórico de los que justamente hace gala.

Ahora tenemos una estupenda oportunidad para que entre todos los que vivimos en Málaga, para que entre todos los ciudadanos, los visitantes, las administraciones, las instituciones y las empresas que, sean de donde sean, quieren y se interesan –me atrevo a decirlo dos veces- por esta Málaga universal ayuden a este cementerio. Porque podemos contribuir con nuestro esfuerzo a que siga pasando lo que ya le ocurrió en el siglo XIX a Hans Christian Andersen en su periplo por España. En ese viaje, érase una vez que fue Málaga la perla que más le cautivó, y érase una vez un Cementerio Inglés que se convirtió en su lugar preferido: un “trozo de paraíso (…) junto al liso y claro mar”.

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