EL TITO VALVERDE

19 de Octubre del 2007 a las 7:25 Escrito por Jaime Aguilera

Con respecto al mobiliario doméstico, una conocida mía siempre ha tenido claro, y siempre ha tenido a gala, que en su casa nunca iba a entrar ese artefacto diabólico al que llaman televisión. Y la verdad es que no le falta parte, solo parte, de razón. No es la primera vez que desde esta “tribuna abierta” lanzo dardos envenenados contra las estulticias que nos invaden a través de nuestras pantallas amigas, especialmente “la nuestra” pantalla amiga.
Pero casi siempre hay que huir de todo extremismo excluyente. No digo yo que haya que estar –como, por desgracia, lo está una parte importante del personal- todo el día tomando sopa de tomate y visitando al hermano más grande. Ahora bien, no sé si estarán de acuerdo conmigo es que hay días, no todos, en los que después de cenar lo que más apetece es hacer “tumbing”, o sea, derramarse en un sofá y que le echen a uno lo primero que hayan asado en la parrilla de 325 líneas.
Y si encima esa noche toca “El comisario” en Telecinco habrá que decir lo mismo que el tahúr: me vuelve loco el póker, y si gano ya no tengo palabras.
En mi familia llevamos años siendo fieles seguidores de esta serie española, cuando llega la noche de su emisión, que ahora es los viernes, una especie de eucaristía nos reúne en torno a un altar con mando a distancia.
Se ve que mi devoción por lo policíaco no tiene límites: desde la literatura al cine, desde el teatro a la televisión, sigo con devoción más que el final de la trama la fuerza de sus personajes: en este caso, la tremenda fuerza de su principal personaje, el que da título a la serie, el comisario Castilla.
Más de veinte años de profesión avalan a este actor, Tito Valverde, al que en un principio se le encasilló en papeles más cómicos, pero que a sabido demostrar con creces la valía para vertientes más dramáticas. En el caso de su rol al frente de esta comisaría madrileña, la tristeza de su mirada, la contundencia de sus diálogos y su sonrisa de complicidad apenas esbozada son magistrales.
A Manuel Alcántara algunos de sus discípulos más ilustres –Garci, Julio César Iglesias o Alejo García- lo llaman tito. Viene al pelo que me esté pensando empezar  a llamar tito a Tito Valverde.

Categoria: Artículos | 183 Commentarios »

LA LEY DE LA DESUNIÓN HISTÓRICA

11 de Octubre del 2007 a las 11:23 Escrito por Jaime Aguilera

Está ultimando sus pasos por el Congreso de los Diputados la llamada Ley de la Memoria Histórica.
Al parecer, deroga leyes que ya están derogadas y mantiene en vigor normas y decretos que ya estaban vigentes. Por tanto, desde un punto de vista jurídico, la norma se antoja un tanto innecesaria.
Pero es que esta ley es más sentimental que normativa, más simbólica que coactiva. Es muy difícil legislar sobre la memoria, porque se pueden poner normas pensando en el futuro, pero no en el pasado.
Soy republicano –la propia palabra sigue y sigue teniendo tintes izquierdistas-, pero eso no quiere decir que no pueda ser de derechas, o que sea “partidario” de nuestro rey Juan Carlos, a quién –como dice el maestro Alcántara- guarde Dios muchos años, hasta que merezcamos tener una república.
A mi abuelo paterno, como a tantos otros, lo mataron absurda y estúpidamente los milicianos “rojos”, pero eso no tiene nada que ver con que me reafirme en la legalidad democrática hecha prisionera en el 36 con los militares golpistas. Mi abuelo materno fue perseguido por “los rojos” y después fue muchos años alcalde franquista, pero eso no tiene nada que ver con que sepa capaz de discernir los errores –que los hubo- y las virtudes –que también las hubo- nacidas en el lustro de la II República.
Quizás sean estas que para algunos son extrañas paradojas las que me llevan a reivindicar la memoria histórica de uno de los episodios más negros de nuestra historia, sin que me haga falta una ley para ello, y con el principal objetivo de que no vuelvan a ocurrir. Nunca es malo conocer todo lo que pasó, lo que no es bueno es reabrir heridas no cicatrizadas.
Las leyes sirven para organizar la convivencia de nuestro egoísmo: la Ley de Memoria Histórica la hace más difícil. La Transición consiguió, con mucho esfuerzo, pasar página: la Ley de Memoria Histórica, sin entrar en sus buenas o malas intenciones, nos hace volver a un capítulo que muchos no queremos releer.
Por desgracia, en el Congreso sigue yaciendo media España, que sigue muriendo de la otra media.

Categoria: Artículos | 5 Commentarios »

SIN COMPLEJOS

4 de Octubre del 2007 a las 8:35 Escrito por Jaime Aguilera

El cine español, casi desde que nació, ha ido escorándose al albur de la propia realidad que le rodeaba: desde una función de propaganda en la posguerra hasta el adalid de los nuevos tiempos en la transición.
En los últimos tiempos se le echa en cara, por parte del público en general, que vive ensimismado en sí mismo, mirándose demasiado a su ombligo de autor que produce películas: gracias más a las subvenciones que a la taquilla.
No digo yo que lo anterior tenga, y sobre todo haya tenido, gran parte de verdad. Sin embargo, nuestro cine también es capaz de construir historias fílmicas que son capaces, o deberían ser capaces, de llegar al gran público, sin perder por ello un ápice de calidad artística.
Un buen ejemplo de lo anterior lo tenemos en “La carta esférica”, la última película de Imanol Uribe, basada en la novela de Arturo Pérez Reverte. El propio casting y la interpretación, tanto en los protagonistas como en los secundarios, son soberbios: sobre todo un Carmelo Gómez que borda un papel de antihéroe venido a menos, de tipo duro con corazón enamoradizo.
Pero actores  y directores buenos siempre hemos tenido; incluso no nos podemos quejar de nuestros profesionales de la fotografía –algunos de ellos con un tío Oscar en la repisa de la chimenea-; lo novedoso, por fortuna, reside en puestas en escena que nada tienen que envidiar al endiosado cine americano, en producciones caras y arriesgadas que tienen como resultado un sello de calidad hollywoodiense. Y, por encima de todo, lo novedoso también son guiones con la intriga y el suspense inyectados en vena, con vueltas de tuerca que hacen que te quedes pegado a la butaca de principio a fin, que la película se te haga corta y no mires repetidas veces al reloj, cosa que ocurría con alguna que otra cinta infumable de autores de reconocido prestigio.
En definitiva, que si bien antes eran nuestras cineastas los que vivían acomplejados con la necesidad de ser europeos y no americanos; ahora es más bien un público prejuiciado el que no quiere ir a ver un cine nacional que piensa que va a ser aburrido. No obstante, ya son varias las películas españolas que superan estos clichés por lo que podemos aplicar también a este sector el lema de las famosas destilerías de güisqui segovianas: el cine español, sin complejos.

Categoria: Artículos | 3 Commentarios »

Free Celebrity ScreensaversFree Online Games