UN VERANO MÁS

12 de Agosto del 2009 a las 12:31 Escrito por Jaime Aguilera

El verano en el campo sigue oliendo a rastrojo y a tomate. El verano en el campo sigue teniendo como hilo musical al silencio de la noche, ribeteado con el ulular de un mochuelo, el ladrido de un perro o el canto de un gallo. Sin embargo, en la canícula de la tarde todavía se puede escuchar el rumor de canciones antiguas.

Dicen que las bicicletas son para el verano, y es verdad; pero también es tiempo para hacer rugir al viejo escabarajo; y también es tiempo para pasear a la amanecida o a la caída de la tarde, o bajo el carro de la osa mayor. Y es que las estampas se repiten como si un ritual sagrado obligara a repetirlas con la fruición de la primera vez.

Pero el tiempo no pasa en balde, y en este verano en el campo no he podido montar a Jara, ni tampoco visitar a mi “abuela” María la del Ventorro, que nos dejó huérfanos este invierno, a mí y a todo el valle de los Alazores, después de noventa y ocho veranos. Un invierno crudo y varias veces nevado al que tampoco resistieron algunos viejos álamos negros a los que la grafiosis los ha convertido en un mástil enhiesto y sin vida.

Pero el nacimiento y la muerte son dos caras de la misma moneda; por eso la pareja de águilas reales enseña a volar a su retoño, al igual que las cabras montesas, las perdices, los conejos o los jabalíes hacen lo propio con sus crías. Porque la vida, a pesar de las ausencias y reminiscencias, sigue y sigue en una infinita sucesión de noches plateadas y días calurosos.

El verano en el campo sigue refrescándose con baños celestes, lecturas clandestinas y siestas en penumbra.

Y, sobre todo, el verano en el campo sigue siendo la eucaristía de la memoria recuperada, del tiempo perdido y ahora recuperado en una niña que hace pompas de jabón, o en unos niños que hacen una excursión a la cueva de los piratas en busca de un tesoro inexistente.

Categoria: Artículos |

22 Comentarios

  1. carmen lozano mateo dijo:

    Jaime, estos dos artículos sobre el verano en el pueblo son magníficos. Es que relajan y como haces tan buena descripción me dá la sensación que estoy allí y no en una oficina con luces artificiales y un aire acondicionado(aunque se agradece)pero que no deja de ser una cámara frigorífica.Gracias,Jaime

  2. Fernado Correas dijo:

    Me siento al leer esto paseando por el cortijo del sol…

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