EPIFANÍAS DE ILUSIÓN
8 de Enero del 2010 a las 13:55 Escrito por Jaime Aguilera
En estas fechas navideñas que acaban de pasar, bien sea porque no te ha tocado la lotería, o porque cambiamos de año, o porque viene sujetos vestidos de rojo por la Coca-Cola o tres Reyes Magos, la gente suele desear salud: porque se dice que es lo más importante.
En el pueblo de mi madre, en Zafarraya, había un paisano que contestaba, cuando le deseaban salud por estas fechas, que él deseaba estar sano, pero que no le importaba un leve dolor de cabeza si a cambio subían los números de su cuenta corriente.
Yo digo algo parecido, la salud es importante; y la salud regada con el dinero justo y el amor necesario es un dulce que no le amarga a nadie. Pero, en mi modesta opinión, lo más importante de todo, lo que a mí me gusta desear con el nuevo año –y aprovecho para hacerlo con ustedes, anónimos lectores- es la ilusión, las ganas de vivir en este extraño mundo.
De nada sirve estar muy sanos si queremos que los días pasen sin pena ni gloria, si levantarnos cada mañana es un suplicio. De nada sirve poder alicatar el cuarto de baño con billetes de quinientos euros si lo único que nos provoca es ansia y angustia por conseguir más cuartos de baño y más billetes de quinientos euros. O de nada sirve estar completamente enamorado si la otra persona no te corresponde; o la inversa, que la otra esté que bebe los vientos por ti y tú como el que escucha llover.
Cuando tu hijo se levanta la mañana de reyes –más bien la noche, porque ni siquiera es de día todavía- y observa con infinita fruición como los supuestos camellos de Sus Majestades se han bebido los vasos de leche, y abre los paquetes, y se le abre la boca, y se le dilatan las pupilas… Cuando ocurre todo eso es cuando se produce la verdadera epifanía –manifestación, aparición- de la plenitud de la vida, de la plenitud de ilusión que desborda su tierna inocencia.
Por todo ello, insisto, les deseo que en este año que empieza sean partícipes, sobre todo, de muchas epifanías de ilusión.
Categoria: Artículos |
Enero 10th, 2010 at 23:15
La noche de Reyes antes de acostarse, mis hijos Jaime y Jorge dejaron sus zapatos para los regalos y las tazas de agua y leche junto a varias piezas de frutas. Tanto su madre como yo disfrutabamos de su ilusión e inocencia a la vez, teniendo una envidia sana de ambos. De todas formas lo mejor estaba por llegar, cuando ya les habíamos leído su cuento y estabamos a punto de decirles “buenas noches”, Jorge, el más pequeño, reparó en un detalle, me dijo “Papá, no le hemos dejado ningún cuchillo a los Reyes Magos para que puedan cortar el Kiwi”. No quiero ser empalagoso, pero este comentario me llegó al alma. Disfrutemos cuanto podamos de nuestros hijos, crecen muy rápido.
Feliz Año Jaime, Ali, Fernando y Victoria de tus amigos de Ciudad Real.