LA GRAN VÍA
19 de Abril del 2010 a las 12:03 Escrito por Jaime Aguilera
Pasear por la Gran Vía de Madrid.
Pasear, detenerse, pasear. Pasear por la Gran Vía de Madrid en una mañana de domingo primaveral, cambiante y fresca.
Pasear por una Gran Vía abierta al público veinticuatro horas y sin reserva alguna de derecho de admisión: abierta para el africano de Radio Futura; abierta para los que siguen instalados en el fantasma de la “movida madrileña”; abierta para los limpiabotas; abierta para los solitarios; abierta para los turistas japoneses; abierta para los bohemios; abierta para funcionarios de Nuevos Ministerios; abierta a señores mayores con bigote franquista; abierta a los Ministros de Economía de la Unión Europea, que acaban de pasar escoltados por motoristas y sirenas…
Pasear, detenerse, pasear. Sentado frente al edificio de la Telefónica, como el Santiago Biralbo de “El invierno en Lisboa”, espero a mi Lucrecia. Porque todos en la Gran Vía buscamos o esperamos algo: el amor perdido, el amor urgente, el amor encontrado. Buscamos, y seguimos buscando, como si fuéramos un Sisífo rodeado de taxis, de gente andando, de coches, de autobuses…
Pasear, detenerse, pasear. Sigo caminando en dirección a la calle Alcalá y llego justo enfrente de donde Antonio López retrató magistralmente esta entrada de la Gran Vía. Una Gran Vía que está de cumpleaños: cien años de soledad, cien años de esperanzas y desilusiones. Cien años en los que la Gran Vía ha sido testigo de excepción de la historia de nuestro país, y testigo especial de parte de la historia de mi educación sentimental.
Comienza a llover, caen gotas sobre el Capitol, sobre el Palacio de la Prensa, sobre la Teléfonica, sobre el Metrópolis… Caen gotas sobre esta vía grande en la que muchos hicieron, y muchos otros seguiremos haciendo mientras podamos, parada, e incluso fonda.
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Abril 21st, 2010 at 14:42
Mítico.
Abril 23rd, 2010 at 10:54
Al leerlo tuve, casi, que abrir un paraguas para no mojarme con la lluvia madrileña.
Mayo 4th, 2010 at 14:47
…pues yo me he mojado…