MANUEL ALEXANDRE
14 de Octubre del 2010 a las 12:47 Escrito por Jaime Aguilera
Mi primer año de estudiante en Madrid fue en una pensión antigua de la calle Guzmán El Bueno, donde había paella los domingos y las duchas con agua caliente no podían ser más de tres por semana. Todo ello en unas calles del barrio de Argüelles que seguían teniendo un barniz indeleble galdosiano y seguían estando ventiladas por el aire frío y seco de la sierra madrileña.
Teniendo en cuenta este escenario, y teniendo en cuenta las ganas de un servidor de jugar a ser un los poetastros muertos de hambre de “La Colmena” de Cela, no es de extrañar que me dejara caer por el Café Gijón, e incluso que me agachara para mirar si el mármol de la mesa del café no era sino una lápida funeraria vuelta del revés.
Pero lo primero que vi, la primera vez de la muchas que fui al Gijón, fue la silueta ya anciana de Manuel Alexandre en la mesa que había entrando a mano derecha. Había veces en la que estaba sólo y yo le saludaba respetuosamente con un “don” por delante. Otras veces estaba con Alvaro de Luna (el Algarrobo de la serie “Curro Jiménez”, para entendernos). Y, la verdad sea dicha, es que yo me llevaba una cierta desilusión al tener una idea preconcebida de una tertulia del Gijón más sesuda, más de gente como Manuel Vicent, que también se unía a veces a la mesa.
Sin embargo, más tarde comprendí que ver a Manuel Alexandre en la mesa del Gijón era como ver todo el cine y todo el teatro español del siglo XX tomando chocolate con churros en el Madrid de la postguerra, en el Madrid del destape, en el Madrid de la movida, en el Madrid de la postmodernidad: desde “Calle Mayor” a “Doctor, me gustan las mujeres, ¿es grave?”, desde “Atraco a las tres” a “París-Tombuctú”, desde “Estudio 1″ a “Farmacia de Guardia”.
Manuel Alexandre acaba de fallecer y yo, tomándome un café con leche y dos cucharadas de nostalgia, he seguido observándolo desde mi mesa del Gijón, jugando otra vez a ser un escritor de tres al cuarto en un Madrid que no puede evitar seguir siendo castizo.
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Octubre 17th, 2010 at 17:08
Ha dicho el director de cine José Luis García Sánchez que con la muerte de Alexandre se ha muerto el cine español en blanco y negro, no es del todo cierto, porque se ha olvidado del gran Berlanga.
Fue un gran actor, un secundario de lujo, que no necesitaba del marketing al que se agarran muchos “actorillos” carentes del talento que desbordaba a D. Manuel. Descanse en paz
Octubre 21st, 2010 at 10:15
Bienvenido,Jaime ya hechabamos de menos tus intervenciones literarias
Abrazos
Mayo 14th, 2011 at 1:30
Perdón, Jaime ¿cómo puedes decir que “jugando otra vez a ser un escritor de tres al cuarto”?
“Medio amor es mucho mejor que ningún amor”. Esto lo cantaba Sugar Minott, el legendario cantante de reggae ya fallecido. ¿Qué quería decir con ello? ¿Posiblemente que durante nuestra vida, muchas veces no podemos tener todo lo que queremos? ¿O insistimos tercamente hasta conseguir nuestra idea de perfección o aceptamos que lo que parece de inferior calidad es posiblemente más gratificante de lo que notamos en un principio? Cuando hay espacio para mejorar una situación, ¡hay que hacer todo lo que se pueda por mejorarla!