EL MIEDO AL VOTO TELEMÁTICO

19 de Junio del 2012 a las 14:31 Escrito por Jaime Aguilera

NOTA PREVIA:

Antes de nada, disculpas. Diversas circunstancias me han hecho descuidar este blog: las elecciones autonómicas andaluzas, problemas con el servidor y la preparación de un viaje a Italia. Ahora, solventados los problemas, e instalado junto a mi familia en la Villa Schifanoia -adjunto link- con la intención de poder terminar mi segunda novela, me dispongo a colgar mi último artículo, publicado en SUR el pasado lunes 12 de junio.  Saludos y de nuevo disculpas.

 http://en.wikipedia.org/wiki/Villa_Schifanoia

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EL MIEDO AL VOTO TELEMÁTICO 

Cualquiera de nosotros ha dejado ya de enviar cartas postales: ha sustituido el sello de colección por la arroba del correo electrónico. Cualquiera de nosotros utiliza la firma digital o el DNI electrónico para trámites con las administraciones públicas, trámites donde algunas veces nos jugamos mucho: pensemos por ejemplo en una complicada declaración de la renta.Sin embargo, seguimos votando, seguimos ejercitando el derecho fundamental de sufragio activo más o menos de la misma forma como lo hacían nuestros abuelos, los mismos que de vez en cuando enviaban una carta con un bonito sello, o los mismos que pagaban sus impuestos en ventanilla y en metálico.Es cierto que las tecnologías de la información y comunicación han entrado ya en el escrutinio, con terminales que transmiten los datos y que permiten que cualquiera a través de internet lo pueda estar viendo simultáneamente; pero, insisto, el principal protagonista de esta historia, el votante, tiene que seguir desplazándose dos veces a una oficina postal para depositar su voto por correo; o una vez el día de la elecciones a su colegio electoral si quiere depositar la sacrosanta papeleta electoral.En julio de 2011 el Congreso aprobó por unanimidad la opción de  votar de forma telemática a los diputados ausentes por embarazo, permiso de maternidad o paternidad o enfermedad grave. O sea, desde el año pasado, los diputados ausentes pueden votar de forma telemática; pero los electores ausentes, los que eligen a esos diputados,  siguen sin poder hacerlo.Es casi irrisorio mencionar el experimento que se hizo en mesas contadas y con motivo de la celebración de las elecciones al Parlamento Europeo de junio de 2009: en esa ocasión se hicieron algunas modificaciones “telemáticas” en la forma de comprobar la presencia en el censo de la persona que desea votar y en la realización del recuento final de los votos, así como en la impresión de actas.. Pero seguía existiendo la sacrosanta papeleta.            ¿Por qué tanto miedo a que desaparezca la papeleta blanca, sepia o verde? Desde esta tribuna me atrevo a plantear un cambio en la administración electoral que simplemente la va a poner a la misma altura que algunas de sus hermanas, como pueden ser la administración tributaria o laboral.            No pretendo que, desde un primer momento, se pueda votar desde casa –aunque no cabe duda de que a medio y largo plazo terminaremos en eso-; pero si al menos posibilitar un sistema mixto donde se habilite un voto telemático con firma digital para el que lo solicite por estar fuera, por tener movilidad reducida o simplemente porque no se quiere desplazar al colegio electoral; y  un voto electrónico en colegios electorales con terminales habilitados para ello donde no va a haber papeletas y donde si es posible, junto a la identificación digital, la identificación convencional del votante.            No voy a negar que los cambios cuestan tiempo, dinero y esfuerzo en un ámbito donde la inercia campea a sus anchas. No voy a negar que los sistemas informáticos que soportan este cambio en la cultura democrática deben estar debidamente revisados –lo mismo que lo están los de Hacienda que ya nadie discute-. Lo que si niego es el argumento utilizado como coartada por algunos de que si desaparece la “papeleta” la coacción, la suplantación de personalidad y la venta de votos está servida: a los que dicen eso les respondo con el ejemplo –por desgracia, clásico- del padre dándole el sobre cerrado con la papeleta a su mujer y a sus hijos antes de salir de casa para ir a votar. Da igual el método que se use para votar, las prostituciones de la voluntad del votante siempre estarán unidas a la falta de madurez política y de libertad individual            Por el contrario, son muchas las ventajas de las que se beneficiaría nuestra sociedad democrática de apostar por el voto telemático. No es una quimera pensar que aumentaría la participación si cualquier ciudadano, con una conexión a internet y una firma digital: estuviera en la parte de su país o del extranjero donde estuviera podría ejercer el derecho al voto en igualdad de condiciones –y de paso nos ahorraríamos recursos como el reciente de Foro Asturias-. No es ninguna tontería pensar que aumentaría en paralelo la fiabilidad en un recuento que une directamente la decisión del votante y la central de datos. No es difícil llegar a la conclusión de que aumentaría también la posibilidad material de realizar el método del referéndum, consiguiendo así una democracia más real y participativa. Y, por último, no es ninguna cuestión baladí, pensar en cómo se reduciría en millones de euros y en millones de kilos de papel los gastos electorales.¿Hacen falta más razones para perder el miedo de una vez por todas a que las papeletas de las candidaturas pasen al museo romántico de la historia de nuestra democracia?

Categoria: Artículos |

1 Comentario

  1. Fernando Correas dijo:

    Simplemente transportador…..
    Enhorabuena, y a tu e-mail te envio otro tipo de poesia, tambien milenaria, espero que te guste, y también espero que sea seleccionada.Si es asi se expondra en un museo de Arte de Madrid, concretamente en el de Alcobendas.
    Un abrazo, amigo.-

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