GUERRA CONTRA LAS FALTAS DE “HORTOGRAFÍA”

15 de Abril del 2015 a las 18:26 Escrito por Jaime Aguilera

 http://www.diariosur.es/opinion/201503/26/guerra-contra-faltas-hortografia-20150326001938-v.html

No recuerdo los años que tenía cuando leí el bando del alcalde en una calle de mi pueblo, pero sí recuerdo que me llamó mucho la atención: “Se ase saber…”. El seseo cordobés del Trabuco y, supongo, la falta de lecturas placenteras con muchas haches habían delatado al paisano redactor municipal.

Yo me ruboricé al verlo, pero no hice nada. Ahora bien, si en ese momento hubiera pasado por allí un guerrillero de Acción Ortográfica Trabuqueña la corrección, para escarnio público del funcionario infractor, hubiera sido inmediata. Al igual que están haciendo en las calles de Madrid, Quito, Bogotá o Ciudad de México. Y es que es curiosa esta iniciativa rebelde que ha sacado a la calle guerrillas urbanas que recorren las ciudades impartiendo justicia ortográfica. Al contrario que otras bandas que delinquen y que atacan el orden establecido, estas tribus persiguen justamente lo contrario, que las empresas o, peor aún, las instituciones públicas cumplan con las normas que ellas mismas pretenden que cumplamos. Resulta casi una actitud paradójicamente transgresora que algunos, con la espada del grafiti como única arma y la corrección académica como única bandera, irrumpan contra las imperfecciones del sistema. Se hacen llamar Acción Ortográfica o Unión de Correctores. No están dejando títere sin acento en la cabeza de su primera vocal, y han despertado tanta admiración en mí que me estoy planteando seriamente militar clandestinamente en su facción malagueña.

Porque años después que me “isieran” saber en mi pueblo el bando municipal, el destino quiso que tuviera que escribir muchos textos administrativos y literarios. En uno de ellos, en la última novela –“El criado que descubrió a Zervantes”- algunos se extrañaron de que hubiera una clamorosa falta de ortografía en el título. Es obvio que lo hice adrede, precisamente para llamar la atención del anónimo lector, y precisamente también para poner el acento –nunca mejor dicho- sobre la importancia de la ortografía, e incluso sobre la posibilidad de otras ortografías más sensatas.

Dicen los de Acción Ortográfica de Quito que todo comenzó con un grafiti callejero que tenía tantas faltas de ortografía que no se entendía. De esta forma, “Para qué y porque mi amor por ti por mi lo siento…” pasó a ser “¿Para qué y por qué, mi amor? Por ti, por mí, lo siento…” Porque llevan razón los hermanos ecuatorianos, porque efectivamente los signos de puntuación, de exclamación y de interrogación son fundamentales para transmitir con eficiencia y belleza el mensaje, con la pausa y la cadencia necesarias.

Porque la ausencia de una coma convierte un grito (“No me callo”) en un silencio (“No, me callo”).

Y lo mismo sucede con los acentos borrados injustamente de todas las mayúsculas: una ignominia demasiado extendida que convierte, por ejemplo, una academia de idiomas (“ACADEMIA DE INGLÉS”) en una extraña academia anatómica (“ACADEMIA DE INGLES”). De ahí que con toda justicia poética uno de estos grupos, el autodenominado Acentos Perdidos centre su cruzada ortográfica en esta epidemia cultural en contra de las diminutas tildes.

Por otro lado, todo lo anterior no quita que no nos podamos plantear algunos cambios ortográficos. Ya lo defendía así el protagonista histórico de mi novela –Bartolomé Gallardo- en su “Ortografía” de principios del XIX. En sus conclusiones concibió una zeta con todos los sonidos vocálicos, y honrar así, de forma más unificada, la lengua de su amado “Zervantes”. Porque, por los mismos motivos, no tiene mucho sentido que una misma oclusiva se pueda escribir con tres letras distintas, la “c”, la “q” y la “k”: “que” en esto el “castellano” es “casi” un “kiosco”. Por eso proponía también eliminar, como ya hicieron nuestros primos italianos, todas las haches mudas iniciales. Por no hablar de heridas “aviertas” innecesariamente en nuestras escolares, que no entienden por qué palabras que suenan igual se escriben arbitrariamente con “b” o con “v”.

En definitiva “la guerra abierta y zervantina contra las faltas de hortografía” debe de tener este doble sentido: el que todos nos tomemos consciencia de la importancia de escribir con corrección, porque sólo así transmitiremos nuestro mensaje con la pausa, la hondura y la eficacia necesarias, para que cale así tanto a nuestra inteligencia efervescente como a nuestra alma ávida de belleza. Pero al mismo tiempo sin que ello nos lleve a abandonar nuestro espíritu crítico y abierto a nuevas formas de comunicación, nuevos tiempos para una lengua como la castellana que nunca ha dejado de estar viva, en constante movimiento, y que por ello no debe renunciar a códigos que la hagan más sencilla, más coherente y más entendible.

Ese al menos ha sido el humilde objetivo de esta Tribuna. Ese, y otro más inconfesable: evitar que los de Acción Ortográfica, corrijan el título de mi novela en cualquier biblioteca o en cualquier librería. Menudos son ellos.

Categoria: Artículos |

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