PASTORES
16 de Agosto del 2007 a las 12:43 Escrito por Jaime Aguilera
Acaban de entregar las tres primeras varas de pastor a los alumnos que han aprendido este oficio en unos cursos organizados en los Pirineos españoles. Y es que, a pesar de ser un trabajo con más seis mil años de historia, a pesar de que millones y millones de personas lo siguen practicando en todo el planeta, en nuestro llamado primer mundo faltan personas que se quieran dedicar a este menester.
La gente quiere ganar mucho dinero y salir en la tele, a quién le va a apetecer pasar horas y horas en la soledad de un campo lluvioso o nevado, embarrado o agostado; con una la única compañía de un perro de agua, una honda y un zurrón.
Sin embargo, ahí han estado por los siglos de los siglos, desde Caín a Garcilaso, desde Grisóstomo a Miguel Hernández.
Entre los más sabios que he conocido en mi vida se hallan dos pastores: Mariano, que con su mirada limpia y su palabra parca sabe concentrar las verdades en auténticos aforismos; y José, que con un pequeño transistor blanco como enciclopedia, a sus más de ochenta años, sigue dando lecciones de filosofía, historia y política a todo aquel que humilde y sinceramente esté dispuesto a escucharlo sin prisas.
Acabo de dar una vuelta por la sierra de Cameros, en La Rioja, y la huella matriarcal de la trashumancia sigue estando presente en sus pueblecillos aislados y pedregosos. Porque durante cientos de años este fue un país de pastores, que incluso hoy en día siguen pasando con sus rebaños por la cañada real que atraviesa la mismísima Puerta del Sol de Madrid.
En mi memoria, adulterada por la idealización del tiempo perdido, aparece nítida una noche de verano tumbado junto a mi padre en un rastrojo entre cientos de ovejas.
Y es que aunque parezca paradójico, los que tenemos el placer de disfrazarnos con la piel de un lobo estepario, es porque tendemos hacia la soledad bucólica y tranquila del alma de los pastores. Por eso no me gustaría que los únicos pastores que quedaran en activo son aquellos que dicen guiar almas…, y que antes llevaban sotana.
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Agosto 26th, 2007 at 22:19
El oficio de pastor no se aprende sino se siente, además que es más que un oficio, es una pasión viva, para todo en esta vida hay que servir, y el que sirve para pastor es porque verdaderamente ha nacido para ello.
Octubre 9th, 2007 at 13:02
Bueno, de todo hay en la viña del Señor!. Conozco algún que otro pastor con “sotana que realizan una labor de verdadero sacrificio y abnegación, ayudando a personas verdaderamente necesitadas, que a veces me avergüenzo de mi cuando me quejo por tonterías