MI VOTO MALAGUEÑO: ¿PAPEL MOJADO?
26 de Octubre del 2021 a las 17:12 Escrito por Jaime Aguilera
Publicado en la Tribuna de Diario Sur, el 23 de octubre de 2021
La primera vez que voté al Congreso de los Diputados, hace ya unos cuantas décadas, me incliné por el Partido Andalucista. Lo hice por correo porque residía en una pensión de Madrid: supongo que mi exilio dorado hacía erupcionar mi andalucismo sentimental; sin embargo, también pesaba en mí un puro argumento aritmético en forma de pregunta: si los vascos y los catalanes condicionaban toda la política nacional, por qué los andaluces, que éramos los que más diputados aportábamos (más de sesenta) no nos poníamos de acuerdo y nos convertíamos en los verdaderos (ojo, y más legitimados que ninguno) árbitros de la política española.
Mi gozo en un pozo. Con el tiempo el Partido Andalucista terminó sin ningún diputado en el Congreso de los Diputados, y lo que es peor, los catalanes y los vascos, siendo franca minoría, se han radicalizado y condicionan la política española desde posiciones que niegan el propio futuro de la propia España. Ver para creer.
Es meridiano que algo habrá que cambiar si queremos que siga existiendo una de las naciones más antiguas de Europa: desde el respeto a su pluralidad, por supuesto, pero también desde el respeto a todos y cada uno de sus votantes, donde de supone que radica la soberanía popular.
Visto lo visto los votantes de mi provincia malagueña, una de las más pobladas y, por tanto donde un diputado “sale más caro”, porque necesita más número de votos, nos debemos de plantear la utilidad de nuestro voto, ya que si votamos a un partido mayoritario de ámbito nacional, y no gana, no pintará mucho desde una oposición a la que no se le da ni agua; y si resulta el ganador de las elecciones, nuestra decisión será fagocitada en un gobierno que cuenta con nuestro voto, pero que se tiene que “ganar” a las minorías nacionalistas y, peor aún, independentistas, por tanto son éstos últimos más decisivos, aunque sean menos. Y como última opción, si votamos a un partido minoritario nuestro voto puede que sirva de poco, porque ni siquiera obtendrá representación parlamentaria.
En este sentido la primera gran mentira que hay que eliminar es la provincia como circunscripción electoral. Por dos motivos primarios. Primero, porque votamos a diputados que ni siquiera son malagueños muchas veces y que después la mayoría ni siquiera conocen; y lo peor, que no cumplen el mandato representativo de sus vecinos: cumplen el mandato de la sacrosanta disciplina de voto de su partido, incluso si su voto va en contra de los intereses de la provincia que representa, da igual lo que sea mejor para Málaga, tú votarás lo que te diga tu partido. Segundo, porque con este reparto se llega a una injusta falta de representación para miles y miles de votantes, y si no me creen comparen: en la últimas elecciones generales los 19.761 compatriotas que legítimamente votaron a Teruel Existe obtuvieron un diputado; sin embargo los 228.856 compatriotas que legítimamente votaron por el PACMA, que son los mismos que Teruel Existe multiplicados por once, no obtuvieron ni un triste diputado. Por tanto, sería planteable que en el Congreso de los Diputados, y mientras los partidos sigan estando de acuerdo en que mandan ellos y no la provincia, debería instaurarse una única circunscripción nacional, como ya ocurre en las elecciones europeas, por ejemplo.
Y lo del Senado ya no tiene nombre. La propia Constitución del 78 hace ya más de cuarenta años lo definió como “cámara de representación territorial”. Pues bien, mientras la descentralización autonómica ha alcanzado cotas que superan de largo a cualquier estado federal de Occidente, todavía seguimos sin una cámara donde cada autonomía tenga una voz que la represente. Por tanto, eliminaría las elecciones al Senado y este quedaría conformado con los senadores que cada autonomía nombre en proporción a su tamaño y a la propia distribución electoral de su parlamento autonómico. El Senado pasaría a tener derecho de veto en todas aquellas leyes generales que afecten a las propias competencias autonómicas, y no como ahora, que pinta más bien poco como cámara de segunda lectura y sin ningún derecho de veto. Y ojo, que no me invento nada, simplemente estoy copiando el exitoso modelo federal alemán.
Parece ser que no está confirmado, pero dicen que el histórico canciller alemán Bismark dijo: “España es el pais más fuerte del mundo: los españoles llevan siglos intentado destruirlo y no lo han conseguido”. Y desde luego que lleva razón, pero mucho me temo que es ahora, después de varios siglos, cuando más cerca estamos de confirmar la destrucción de un país donde nos encanta pelearnos unos a otros a garrotazos. Así que empecemos por dar voz a las autonomías en el Senado y por un Congreso que represente de verdad a la soberanía del pueblo al que se debe. Si es así, estoy dispuesto a no votar de nuevo al Partido Andalucista.
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