LA INFANTA SOFÍA, REY DE ESPAÑA
14 de Noviembre del 2025 a las 9:50 Escrito por
Jaime Aguilera
Publicado en “Tribuna” de Diario SUR el 13 de noviembre de 2025
En los últimos días el actual gobierno de España ha anunciado su intención de
proponer la modificación de la Constitución vigente añadiendo de forma expresa el
derecho de la mujer a la interrupción voluntaria del embarazo.
Sería la cuarta reforma, después de la que nos obligó la Unión Europea para que
los ciudadanos comunitarios pudieran votar en las municipales; la que blindó la
estabilidad presupuestaria para tranquilidad, otra vez, de la Unión Europea; y la última
que cambió el discriminatorio “disminuido” por “discapacidad”.
Sin entrar en el fondo del cambio normativo propuesto sobre el aborto, y al
margen de su nula viabilidad dada la gran confrontación política del momento actual,
me llama la atención que una vez más caigan en el olvido tres reformas constitucionales
que considero necesarias e inaplazables.
La primera y más obvia es el artículo 57, el que hace prevalecer en la sucesión
de la Corona al varón sobre la hembra, contradiciendo por cierto el artículo 14 de la
propia norma donde se promulga la igualdad por razón de sexo. Pues bien, aquí
seguimos después de casi medio siglo sin ponerle el cascabel al gato, a pesar de que ya
ha sido reformada tres veces. En 2005, con el gobierno de Zapatero y el aval del
Consejo de Estado se asomó tímidamente la patita, pero todo quedó en un conato, sobre
todo al descubrir que la reforma de este artículo exige el procedimiento más
complicado, el llamado agravado, que exige disolución de las Cortes y referéndum.
Estando así las cosas, la situación puede dar un vuelco si la Infanta Sofía, con la
legislación vigente en la mano, decide cambiar de sexo. Lo tiene muy fácil, declarar
ante el funcionario responsable del Registro Civil de la Familia Real, ubicado en el
Ministerio de Justicia, que no se siente mujer, que se siente un varón y que como tal
solicita se cambie el sexo y de paso, para evitar equívocos y reafirmar su nueva
identidad, quitar la “a” final de Sofía y pasar a llamarse Sofi. Y dicho y hecho: habría
que cambiarle el sexo, porque como una española –mejor dicho, español- más tiene todo
el derecho. Y cumpliendo la Consitución vigente heredaría la corona y con el tiempo se
proclamaría rey como Sofi Primero. Ver para creer.
La segunda que lleva demasiado tiempo esperando es la reforma del Senado,
que pese a que es proclamado en el artículo 69.1 como “cámara de representación
territorial” todos sabemos que es mentira: es una “cámara de enfriamiento” que (salvo
honrosas excepciones como el ya utilizado una vez artículo 155) está relegada al
Congreso de los Diputados. Siguiendo el modelo alemán del Reichstag debería
convertirse en una cámara nutrida por la comunidades autónomas y con derecho de veto
al Congreso en materias legislativas directamente relacionadas con estas comunidades
que son pieza básica de la organización territorial. O eso, o suprimirlo, y es un tema el
que desde hace décadas hay un amplio consenso, al igual que con la sucesión
privilegiada del varón, pero nadie lo pone en la agenda como necesidades reformadoras
que son.
La tercera reforma sería muy sencilla y al igual que la del Senado requiere el
procedimiento ordinario. Sería modificar el artículo 68 y cambiar la circunscripción
electoral de la provincia por una única nacional. Nadie conoce a sus diputados
provinciales, se vota a un líder nacional y su partido va colocando en una abuso de la
partitocracia y de las listas cerradas al que le da la gana, siendo en muchas ocasiones
hasta originario y/o residente en otra provincia: da igual, se vota al gran líder nacional,
que más da. Y además provocando enormes diferencias con diputados muy “baratos”
en votos en provincias despobladas y muy “caros” en Madrid o Barcelona. Así que para
eliminar una gran mentira, un abuso de la partitocracia y una sobrerrepresentación de
partidos que sólo piensan en el interés de su parcelita territorial y les da igual el interés
general… ¡Abajo la circunscripción provincial y arriba la circunscripción única! Esta
reforma interesaría sobremanera a los grandes partidos de implantación nacional, y de
ellos solo depende llevarla a cabo, y sin embargo son tan miopes que no se ponen de
acuerdo.
En fin, no me negarán que sería curioso, y desde luego histórico, que por azares
del destino, dentro de un tiempo no muy lejano, el rey Sofi I de España sancionara y
promulgara estas dos reformas constitucionales ordinarias porque, la primera, la que
hubiera impedido que fuera rey, sigue sin ser aprobada.
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